miércoles, 5 de noviembre de 2008

Lecturas. Soldados de Salamina.

Cartel de la República Española
Joyas del gnomo - Cuaderno de lecturas

“Soldados de Salamina”, novela, por Javier Cercas


Una novela de no-ficción, digamos una crónica, en torno a un instante en la historia “real”: esos segundos durante los cuales un soldado de la República española descubre a un conspicuo falangista prófugo, inerme – y no lo balea ni lo delata.

La obra magistral de Javier Cercas se desarrolla como una música con tres grandes movimientos: Los amigos del bosque, Soldados de Salamina, y Cita en Stockton. El primero atrae por el planteo de una incógnita no definida (algo hay para descubrir en ese episodio, y no sabemos bien qué), por las primeras vagas búsquedas. En el segundo, magistralmente, Cercas logra agrisar y casi extinguir la acción y el interés, perdernos en un pantano del que desesperamos no haya retorno. Es la grisedumbre y el empantanamiento del propio Sánchez Mazas, el falangista de la crónica, de una época y de un régimen que se vuelve logrero. Y cuando uno ya está sintiendo la asfixia, llega el tercer acto, un finale en tono glorioso. Las últimas páginas (precisamente de la 204 a la 209) me parecieron de esas que todos quisiéramos haber escrito, y que sólo ellas bastan para reconocer como grande a un escritor.

El protagonista es el que escribe la crónica, periodista y novelista. El otro protagonista en contrapunto es Sánchez Mazas, escritor hábil aunque no genial, coautor de Cara al Sol, y de consignas y páginas que lo consagraron como uno de los grandes responsables de la exaltación de las derechas y su asalto sangriento contra la República.

Cercas es magistral por lo que dice y por lo que no dice. En Sánchez Mazas dice, descubre, con-siente, los motivos de esa exaltación falangista, la avidez por la diferenciación y la vida peligrosa, por sentirse héroes en un tiempo de masas. Un heroísmo a cuerda, a fricción, estimulado, que suele convivir con cobardías como la del propio Sánchez Mazas, y que morirá en un millonario aburrimiento. Heroísmo que de todos modos parece preferible a la pacata chatura del Caudillo y su régimen.

También es magistral par decir y consentir los motivos y desmotivos del soldado de la República. Quizás el mismo que cruzó dos veces el África con las fuerzas libres de Leclerq, y peleó en cuanta batalla había que librar contra nazis y fascistas.

Lo que no dice, magistralmente también, es si finalmente hemos identificado a quien estábamos buscando. Queda, mejor, la sensación de que en Miralles están y son todos los verdaderos soldados de Salamina, al margen de lo anecdótico. Tampoco dice que el protagonista escritor pueda vivir feliz con su trabajo, ni hallar el amor en una mujer, esa Conchi que lo alienta, lo excita y lo saca de quicio, de la que quiere librarse cada dos por tres. No miente felicidad, sino que narra sólo esa que se halla en dolorosos y jubilosos encuentros fugaces con un soldado al que abraza, con el sentido, el coraje y ciertas victorias de los siempre honrosamente derrotados.
Una épica y un lirismo que se alzan después de la decepción, sin negarla, y por sobre ella.

Soldados de Salamina”. Tusquets, 2008. ISBN 978-950-9779-65-5

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